La vida es resolver problemas

El escritor y experto en desarrollo personal propone una visión del bienestar basada en la adaptación y el aprendizaje continuo en el que plantea que la vida no se entiende sin dificultades

Durante años, el discurso del bienestar ha girado en torno a la búsqueda de la felicidad. Libros, conferencias y redes sociales repiten la idea de que alcanzar un equilibrio interior estable es el objetivo último de la existencia. Sin embargo, cada vez más voces cuestionan esa premisa. Entre ellas, la del escritor y experto en desarrollo personal Francesc Miralles, que defiende que la existencia se sostiene sobre la capacidad de afrontar y resolver los problemas que van surgiendo. En su nuevo libro, Homo Solver, escrito junto a Àlex Rovira, Miralles plantea que el ser humano ha evolucionado no solo por su capacidad de pensar, sino por su habilidad para adaptarse y encontrar soluciones. Ambos autores defienden que la vida moderna exige desarrollar esa competencia, no como una respuesta a la presión externa, sino como una forma de avanzar con mayor claridad y propósito.

 “La vida es resolver problemas”, afirma Miralles. “Hay que tener la mentalidad de que siempre sale otra cosa”, por lo que recomienda no entender las dificultades como una amenaza, sino que el autor las interpreta como parte natural del proceso vital. Su planteamiento se apoya en la idea de que las crisis, los contratiempos o las decisiones difíciles forman parte de la experiencia humana y pueden ser espacios de crecimiento si se afrontan con una actitud consciente.

Homo Solver desarrolla esta visión desde una perspectiva práctica. Miralles y Rovira sostienen que las personas que logran mantener una cierta estabilidad emocional no son las que evitan los conflictos, sino aquellas que saben identificarlos, gestionarlos y aprender de ellos. Esta forma de pensar exige incorporar la adaptabilidad como una habilidad esencial, junto a la empatía y la creatividad.

El autoconocimiento ocupa un papel central en la propuesta de los autores. Comprender las propias emociones, reconocer las propias limitaciones y actuar de acuerdo con los propios valores permite, según Miralles, tomar decisiones más coherentes y reducir la sensación de desorientación. No se trata de alcanzar una felicidad permanente, sino de vivir con lucidez dentro de la complejidad. Desde esta perspectiva, resolver problemas deja de ser una tarea que desgasta y se convierte en una manera de habitar la vida. Miralles sugiere que la verdadera madurez consiste en aceptar que los desafíos no desaparecen y que la tranquilidad no llega de su ausencia, sino de la capacidad para enfrentarlos con equilibrio y sentido.

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